Max Goodwin: El líder sostenible en búsqueda de sentido.

Estamos en la era de la sostenibilidad y del capitalismo consciente, lo cual puede en alguna ocasión generar una sensación de vértigo, pero el cambio cultural está iniciado y no se va a detener, lo cual en ocasiones nos puede llevar a sentirnos como Max Goodwin, el protagonista de New Amsterdam, que a menudo no sabe por dónde empezar.

Ryan Eggold es Max Goodwin en la serie New Amsterdam

En este cambio cultural global, los más entusiastas, los más creyentes en la necesidad de apostar por un nuevo modelo de sociedad están convenciendo, y no fue fácil, al segundo grupo, los inicialmente escépticos, éstos que piden evidencias de los beneficios antes de subirse al carro.

En las siguientes fases se subirán aquellos que ni les va ni les viene pero que solo por no quedarse apartados se convertirán. Porque la sostenibilidad está creando nuevos entornos económicos que más pronto que tarde dejarán fuera a las empresas que no se hayan adaptado a las nuevas exigencias de la sociedad.

Y los negacionistas, los nostálgicos del modelo anterior…pues es muy probable que sigan viviendo (si no han desaparecido) en un mundo que ya no existe para ellos, con lo que esto conlleva.

Pero para que esto pase, todavía falta, porque los cambios no son tan rápidos, porque los cambios de mentalidad y de comportamientos llevan su tiempo. No recuerdo quien decía que el ser humano no se resiste al cambio, sino que se resiste a ser cambiado. Lo que si está claro es que el cambio está en marcha, basta con ver las revistas de negocio, de emprendimiento, las revistas financieras, la sostenibilidad está en todas partes.

Pudisteis comprobar en un anterior post, mi “admiración” por un personaje de ficción, Max Goodwin, el director médico del hospital público más antiguo de Nueva York, el New Amsterdam (inspirado en el Bellevue Hospital Center).

En esta tercera temporada (¡¡ojo posibles spoilers!!), Max, en su empeño para ser el Directivo más disruptivo que recordamos en el panorama televisivo, y en una temporada emocionalmente marcada por la pandemia, se embarca en todas las batallas posibles relacionadas con la sostenibilidad que existen en una organización: Igualdad, diversidad, memoria histórica, medio ambiente, consumo cárnico, etc… A menudo lo vemos al borde del agotamiento, desesperado por ver lo difícil que es generar el cambio, lo difícil que es luchar solo. En el anterior post, uno de los comentarios destacaba lo agotador que pueden ser estos líderes para los equipos. Y en esta temporada, sus “stakeholders” (colaboradores, clientes, consejo de administración, amigos y familia) lo ponen firme en más de una ocasión, dejándonos a todos unas cuantas lecciones para la reflexión:

  • Antes de ir de salvador, mirémonos hacia dentro y evaluemos en qué medida somos parte del problema que queremos solucionar.
  • Escuchemos. Antes de querer “salvar” un colectivo, escuchemos el conjunto del problema, porque todos estamos en varios colectivos, no somos una etiqueta. Es importante establecer un dialogo real, muy centrado en la escucha.
  • No vivimos en un mundo blanco o negro, nos movemos en unas escalas de grises, y la vida es demasiado larga para que no nos pillemos (o nos pillen) en un renuncio o en contradicciones. Vamos, que antes de lanzarte a limpiar el mundo, empieza por barrer tu casa. O como decía Gandhi, “sé el cambio que quieres ver en el mundo”.

El mundo en el que vivimos, que está claro no es sostenible, no es perfecto (hasta aquí creo que todos estamos de acuerdo). En ese camino hacia la sostenibilidad del planeta, de las organizaciones, de nuestros comportamientos personales, no se busca la perfección, se busca dar pasos que nos permitan avanzar en la dirección correcta.

Max Goodwin demuestra no ser perfecto, pero se muestra lo suficientemente vulnerable para escucharlos a todos y aprender. Aprender que a veces hay que forzar el cambio, que la visión debe estar por encima de algunas preferencias personales, aprender que pequeños cambios también pueden marcar la diferencia, aprender que la autenticidad se nota y que la hipocresía también, aprender que la sostenibilidad pasa por reinventarse ofreciendo alternativas a necesidades reales.

También demuestra que un líder sostenible se mueve por valores: integridad, humildad, escucha, coraje, resiliencia, autenticidad, amor, honor, sin perder el foco con la sostenibilidad económica de los proyectos que lideran. El capitalismo consciente sigue siendo capitalismo. La sociedad y las organizaciones necesitan estos líderes.

En fin, una serie interesante, intensa, dura en muchos momentos, y un personaje inspirador, incluso con sus imperfecciones, que al final le hacen creíble y humano.

¿Y tú, en qué vagón del cambio estás?

Rafa López

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